12 Abr La insanidad de las redes
Por: Paloma A. González Loché [12/04/20]
Las redes te atrapan. Asumir confinamientos por quincenas te hace creer que la cosa no es tan grave y que pronto todo tendrá fin. No es así. Muy organizada ha de ser la estructura de gobierno de un país como aquellos que previeron el alcance de una pandemia y se aprovisionaron de todo para evitar la parte sanitaria y el segundo azote: el económico. Son países que testaban a toda la población para diferenciar las personas infectadas de las sanas y seguir avanzando. Pero no voy a hablar de ello: no toca. No toca ¡hoy!
Las redes, más en una persona solitaria, pueden tomarte casi todo el día y eso, evidentemente, no es sano porque ya no hablamos de una quincena ¡ni de dos! Y el mismo confinamiento es generador de trastornos de sueño debido al exceso de información, la preocupación y la incertidumbre. ¡Y la rabia!
Sumamos el dolor. Sí. Sentimos mucho dolor por las personas que se fueron sin apenas duelo. Muchas más que las cifras oficiales, y también sentimos pena por los familiares a quienes no podemos consolar. Sentimos necesidad de abrazar a otras personas. Sentimos el reconocimiento a tantos organismos que a veces pasaban inadvertidos, dándonos cuenta de su importancia: fuerzas de seguridad, limpiadores, basureros, transportistas, agricultores, ganaderos, dependientes, reponedores, y por supuesto los servicios de salud y tantos otros que contribuyen a que nuestra vida sea más fácil y estuvieron siempre ahí pero hoy ya somos conscientes de su presencia y no sabemos cómo agradecerlo. No bastan aplausos.
El Covid-19 tiene sus reglas. Los confinados tenemos otras. La ira: que no nos sirve para nada pero ahí está. El bulo: que existe como estrategia y excusa para ejercer la censura sistemática a la acción del gobierno y esto es algo que distingues si empiezas a atar cabos. La pérdida de paciencia: por virtud de lo cual has decidido estar harta de ser políticamente correcta y ya te quedas definitivamente con lo que te interesa y fundamentalmente: con las personas que te interesan. Las otras… ¡se descartan solas!
Todo ello te conduce a un cierto estado en el que ya valoras todo de forma restrictiva. Hay personas formidables: me piden humor y si es menester ¡lo saco hasta de las piedras aunque no lo tenga! Otras me demuestran que siguen ahí… siendo amigas desde hace años y no saben cuánto las quiero: hombres y mujeres (porque si digo “personas” englobo y no caigo en la gilitontería del lenguaje inclusivo del inculto, entre otras cosas). Otras han entrado nuevas en mi vida y en mi corazón. Lo único que me falta es tener cerca a mi familia y alguna cosita tierna y peluda pero, de momento, me toca estar sola.
La parte interactiva del ordenador durará cuatro horas en mi vida a compartir con Whatssap o lo que sea: tampoco me apasiona utilizar el móvil. Y el resto de mi vida lo emplearé en mi misma. La red interactiva será: un artículo, alguna noticia, mi recuerdo y algo de humor así como responder a mis amigos.
Supongo que me dedicaré a terminar dos novelas que tengo a medias. Ejercicios físicos y de meditación y un buen lote de lectura.
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